45 años sin ese hombre
Quizá muchos sepan que Rodolfo Walsh fue periodista y escritor, que fue nacionalista y antiperonista, que apoyó con su cuerpo y su inteligencia la Revolución Cubana, que militó luego en la organización armada Montoneros, donde llegó a ser jefe de Inteligencia, y que se halla desaparecido desde hace 45 años, desde el 25 de marzo de 1977 cuando una patota de la ESMA lo baleó mientras difundía la Carta Abierta a las Juntas Militares.
Lo que no está tan difundido, en esta época de pasiones políticas encontradas, es que fue uno de los narradores más importantes de la literatura y el fundador del relato de non ficción moderno. En efecto, uno de sus libros de investigación anticipó en nueve años a esa joya llamada A sangre fría, la novela que le dio fama (y dinero) a Truman Capote a partir de 1966.
Los asesinatos del sindicalista Rosendo García (¿Quién mató a Rosendo?) y del abogado Marcos Satanowsky (El caso Satanowsky) le sirvieron para delinear lo que sería la mejor novela política argentina desde el Facundo de Sarmiento: Operación Masacre, una pesquisa febril sobre los fusilamientos a civiles durante la dictadura que oprimió al país a partir de 1955.
Su carrera como cronista había comenzado en la editorial Hachette y en las revistas "Leoplán" y "Vea y lea". Pero su fama creció a partir del 15 de enero de 1957 día en que el diario Revolución Nacional comenzó a publicar en capítulos Operación Masacre, que 15 años después fue llevada al cine durante una filmación clandestina.
El resto de su obra recorre con soltura el género policial, del que fue sin duda uno de sus innovadores. Entre sus principales libros figuran Diez cuentos policiales, Variaciones en rojo, Antología del cuento extraño, Esa mujer, Un kilo de oro y Una oscuro día de justicia. En forma póstuma, también se conocieron Los oficios terrestres y Cuentos para tahúres y otros relatos policiales. El teatro tampoco le fue ajeno y se pusieron en escena sus obras La granada y La batalla, ambas de 1965. En 2008, sus amigos recogieron su obra periodística en El violento oficio de escribir.
Para aclarar su posición, el 29 de septiembre de 1958, publicó en la revista "Mayoría": “No soy peronista, no lo he sido ni tengo intención de serlo... Puedo, sin remordimiento, repetir que he sido partidario del estallido de septiembre de 1955. No sólo por apremiantes motivos de afecto familiar –que los había-, sino que abrigué la certeza de que acababa de derrocarse un sistema que burlaba las libertades civiles, que fomentaba la obsecuencia por un lado y los desbordes por el otro (…). Lo que entonces pensé, equivocado o no, sigo pensándolo… Lo que no comprendo bien es que se pretenda obligarnos a optar entre la barbarie peronista y la barbarie revolucionaria”.