Dickens: 210 veces célebre
Si alguien se repone de su infancia miserable y la aprovecha para convertirse en un escritor popular, tiene asegurada la fama. Con este axioma, podría resumirse la vida de Charles Dickens, nacido el 7 de febrero de 1812 en el puerto inglés de Portsmouth. La fuerza y el encanto de sus personajes le han otorgado la inmortalidad de un clásico y de esa forma se lo recuerda.
Su padre, John Dickens, era un hombre pobre que frecuentaba las casas de juego y el alcohol, dado lo cual no resultó extraño que fuera encarcelado por sus deudas. Charles, su hijo mayor, debió ahí abandonar la escuela y trabajar a partir de los 12 años, en una fábrica de betún a orillas del río Támesis, donde abundaban las ratas. Lejos de desilusionarse con ese presente, resolvió que sacaría a su familia de la pobreza: canalizó esa experiencia a través de la literatura y es hoy el segundo escritor inglés más leído en el mundo. Por supuesto que Shakespeare lleva la delantera.
En ese momento, el Reino Unido era la primera potencia mundial y la madre de la industrialización del continente europeo. Todos los británicos tenían esperanzas, sobre todo alguien como Dickens que amaba leer y había bebido la pócima de Cervantes. Quizá por eso, los dos siglos de su nacimiento se convirtieron en un acontecimiento literario en su país, donde exposiciones, ensayos, nuevas versiones cinematográficas y las reediciones de sus libros hacen cola para publicarse y renovar el universo del autor de “Oliver Twist”.
Por caso, la editorial Edhasa distribuyó hace exactamente 10 años “Dickens. El observador solitario”, una biografía realizada por el escritor inglés Peter Ackroyd, quien recuerda la dura infancia del autor. “Creo que gran parte de su energía creadora nace en esa infancia y su visión del mundo se forja en aquellos momentos”, señaló el autor al diario español “El País”.
Charles Dickens es, sin duda, uno de los escritores más conocidos de la literatura universal y su extensa obra combina una gran capacidad narrativa, una ironía demoledora y una crítica social a su época. Así fue que describió como pocos lugares y personajes de la Inglaterra victoriana.
Había nacido en Portsmouth, pero pasó su infancia en Kent y Londres, lugares que aparecen con mucha frecuencia en sus novelas. Luego del encarcelamiento de su padre, ingresó a trabajar en una fábrica, historia que describe en la novela que le dio su primer éxito, “David Copperfield” (1850). Entre 1824 y 1826, regresó a la escuela y luego fue un intelectual autodidacta. Se consagró, durante muchas horas, a la lectura de los grandes novelistas realistas del siglo XVIII, como Henry Fielding.
También estudio leyes, lo que le permitió conseguir un trabajo como secretario legal, en 1827. Poco tiempo después, su gran capacidad de escritura le permitió dedicarse al oficio que lo acercó a la literatura: fue periodista en el Parlamento británico y se acostumbró a realizar precisas descripciones de los hechos en “The Mirror of Parliament” y “The Morning Chronicle”, el gran periódico liberal londinense.
En ese período de mayor holgura económica, conoció María Beadnell, la mujer de la que se enamoró, pero la rica familia de ella lo rechazaba como pretendiente por su origen pobre y no se casaron. Más de 25 años después, volvió ver a María, ya casada, y experimentó una desilusión muy grande: notó que era una mujer ordinaria y que ella no lo merecía.
Tras ese percance sentimental, no se amilanó y comenzó a escribir descripciones cotidianas, del estilo aguafuertes, en el “The Monthly Magazine”, una revista que editaba su amigo George Hogarth. A raíz de este trabajo, una editorial le encargó un volumen de misceláneas que fueron acompañadas por ilustraciones del famoso artista George Cruikshank.
El rotundo éxito del libro, titulado “Los apuntes de Boz” (1836), le permitió al novelista casarse con Catherine Hogarth, la hermana de su amigo, en ese mismo año. De inmediato, la editorial le encargó otros textos similares con los artistas Robert Seymour y Harry Browne, apodado Phiz, el mismo que realizaría más tarde muchas de las ilustraciones en libros de Dickens.
El resultado de esta colaboración fue “Papeles póstumos del club Pickwick”, una revista similar a la de los cómics actuales, cuyo éxito consolidó la fama del novelista, e influyó notablemente en la industria editorial de su país. También editó los semanarios: “Household News” (1850-1859) y “All the Year Round” (1859-1870).
Su primer paso importante como escritor lo dio, no obstante, en 1843, con “Cuento de Navidad”, que se convirtió de inmediato en un clásico de la narrativa infantil. Las actividades de Dickens incluían la gestión de una compañía teatral que funcionó hasta la subida al trono de la reina Victoria, en 1851, y las lecturas de sus obras en Inglaterra y en Estados Unidos.
Ya entonces, los lectores del siglo XIX apreciaban sus obras por el trasfondo trágico y un sentido del humor punzante, sobre todo sus libros de madurez, como “Oliver Twist” (1839), “La tienda de antigüedades” (1841), “Barnaby Rudge” (1841), “Martin Chuzzlewit” (1844), “Dombey e hijo” (1848) o “Tiempos difíciles” (1854).
En 1858, a los 46 años, Dickens abandonó a su esposa, con la cual había tenido diez hijos, por la joven actriz Ellen Ternan. Doce años después, el 9 de junio de 1870 falleció y fue enterrado cinco días más tarde en la abadía de Westminster como una celebridad. Una celebridad que partió de la pobreza absoluta.