Secretos del Bloomsday
Pocos escritores utilizaron fragmentos de biografía en su propia narrativa con la maestría que lo hicieron Proust y Kafka. Uno de esos pocos es, sin duda, James Joyce, cuya novela magna, Ulises, está salpicada por sucesos de su vida. Durante su juventud, cuando había publicado Dublineses y tenía cierto prestigio, este irlandés se emborrachó, peleó con un hombre en el St. Stephen’s Green Park y resultó lastimado. Fue entonces que un amigo de su padre lo llevó a su casa y le curó las heridas (tal como le ocurre a su alter ego, Sthephen Dedalus, en Ulises). Aquel amigo no sólo era judío, sino que su esposa le era infiel, una descripción casi duplicada de Leopold y Molly Bloom.
Las coincidencias no quedan ahí tampoco: ¿Adivinen cuándo fue la primera cita que tuvo con su esposa Nora Barnacle? Un 16 de junio de 1904, día en que transcurre Ulises y que Irlanda celebra el Bloomsday. Sin embargo, el nombre de su personaje principal no se le ocurrió hasta 1911, año en que se enamoró platónicamente de una alumna de ingles en Zurich. La joven se llamaba Amalia y su padre Leopold Popper.
James Joyce, nacido en Dublín el 2 de febrero de 1882, fue mundialmente valorado a partir de Ulises, publicada en 1922, aunque sus relatos de Dublineses habían tenido un impacto muy importante en el Reino Unido y Francia. En cambio, su primera narración Retrato de un artista adolescente y la última Finnegans Wake, no parecen tener el mismo brillo, sobre todo ésta última, considerada “ilegible” para el lector común.
Pese a que vivió fuera de Irlanda la mayoría de su vida, Joyce creó su patria literaria en Dublín, de donde provienen sus materiales narrativos, sus personas y aun el ambiente. Por caso, la problemática relación con la Iglesia católica de Irlanda es una de las marcas de Dedalus, personaje principal de Retrato... y secundario de Ulises. Sin embargo, son los personajes de Leopoldo y Molly Bloom los que ostentan una riqueza que está más allá de la literatura.
Alguna vez, Borges escribió que “es indiscutible que Joyce es uno de los primeros escritores de nuestro tiempo. Verbalmente, es quizá el primero. En el Ulises hay sentencias, hay párrafos, que no son inferiores a los más ilustres de Shakespeare”.
Tenía tanta razón que cada 16 de junio miles de fanáticos se levantan bien temprano y hacer el recorrido de Leopold en Ulises, una inversión irónica de la Odisea que no se extiende en el tiempo como su homónimo, sino que explora un retrato psicológico del comienzo del siglo XX en 24 horas.